El flamenco va como peregrino de espíritu por el yermo
inmenso de los desconciertos. Los que están y los que dicen que saben, gustar
le puede gustar ,claro que sí,
pero… gritan todos a la vez
pretendiendo que sus teorías o sus pobres convicciones sean escuchadas con
religiosa atención.
Afortunadamente
existen apasionados a este arte que le
duele y le gusta a la vez, y
están encaramados a la fe dos una frases
emblemáticas “ La vida pone a cada uno en su sitio” , “ Y no
pregunté el porqué que el tiempo te lo dirá”.
Únicamente la pasión de fe es capaz de hacer creer a las
personas que alcanzarán una felicidad de pensamiento, espero y deseo que sea a
corto plazo, porque estamos al borde del abismo.
En el fondo del flamenco hay una sombra y, más allá de dicha
sombra, la plena conciencia de la verdad desconocida.
La verdad es el enigma indescifrable que a todos nos
preocupa. Pero la verdad existe, podrá ser verdad el Sí o el No, o la diferencia o el alma del caos, pero que existe y
soluciona es innegable.
Y si la utilizamos podríamos borrar diferentes preguntas
sobre algo tan nuestro como es el flamenco¨:
¿ Por qué cuesta tanto esfuerzo en apostar económicamente para fomentar el arte, y se gastan sin miramiento
capitales en otras modalidades?
¿ Verdaderamente gusta o es por obligación?
¿ Por qué la crisis ataca
en primer lugar al flamenco?
¿ Y porqué tenemos que callar y seguir así hacia delante ?
En definitiva lo cierto es que conocer se puede hacer con
las nuevas tecnologías, pero no se sabe, ni se ve, ni se comprende, y este si
es el problema.
Manuel Carrasco
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